Suspenso

Suspenso

Ha pasado la comparecencia. Ha pasado el trance. El Gobierno cumple. Va al Parlamento y, como está obligado, ha explicado el informe de Evaluación Diagnóstica.  Y cuando la totalidad de los indicadores bajan, cuando se deberían tomar decisiones, el Gobierno ha tomado nota. Que le gustaría otra cosa, que los resultados no tienen la “evolución positiva que sería deseable”, eufemismo para disimular un claro deterioro de nuestro sistema educativo, y que “tenemos que tomar medidas”, como máxima concesión cuando se ve apremiada la consejera. Pero de esto no se ha hablado en los mil días redondeados de balance, no. Para el Gobierno, lo de la Evaluación ha sido un mal trago que no debe enfangar la campaña. Para nosotros, lo visto con este informe es el broche indeseado de una legislatura perdida de un Gobierno resignado: el suspenso.

Podría detenerme en las comparativas. Podría utilizar este espacio para recordar una vez más que los socialistas no sólo sabemos qué pasa en nuestra sociedad, sino que sabemos cómo resolver los problemas. Podría señalar que ese mismo informe explica que en lo más duro de la crisis, cuando menos recursos había, cuando más se resentían en nuestro entorno los servicios públicos, hubo un Gobierno, al que tuve el orgullo de pertenecer, que sostuvo entre otros el de la educación aportando más conocimiento, más tecnología, más investigación, más inglés. Que ahí estuvimos los socialistas, como hemos estado desde la oposición garantizando al actual Gobierno de otro partido que contara con recursos para esa misma tarea, fortalecer el presente educativo para garantizar el futuro de Euskadi. Me podría parar ahí, si lo que ha ocurrido no fuera más grave.

Porque lo más grave no es la constatación de falta de iniciativa y de proyectos. Ya sabemos que este Gobierno es el de la resignación y el conformismo. Un Gobierno capaz de celebrar como buena noticia incluso el haber bajado del segundo a tercer puesto en los indicadores sobre calidad de servicios turísticos, un sector que los socialistas consideramos estratégico, que apostamos por él hasta ponerlo en la cabeza de España en los momentos más duros de la crisis. Pues para los de Urkullu, bajar de posición teniendo más recursos que nosotros es un éxito. Así nos va.

Lo más grave de todo es que este Gobierno no reconozca los problemas reales, reconocimiento que debe preceder previo a cualquier planificación. Y en el caso de la educación, lo que ocurre es que estamos formando chavales que, cuando salgan del sistema educativo, no tendrán el conocimiento, las competencias y las destrezas lingüísticas para desenvolverse en la vida real, en una Euskadi abierta al mundo, en una Euskadi que debe competir a base de formación y valor añadido, y que saldrán adelante quienes tengan posibilidad de reforzar, bajo pago, la formación. Sólo reconocerlo permite pasar a la acción. Pero no se puede esperar más de un Ejecutivo lastrado por la pasividad.

Lo advertí en el pasado pleno de política general, en septiembre. Dije que el futuro de Euskadi tras la crisis se juega ya en nuestras aulas y en la educación trilingüe. Y pedí expresamente al lehendakari que fuera decidido, que no pierda su último año en el Gobierno, que mirara a esa generación que viene detrás. Esa generación que necesitamos incorporar para un futuro próspero de Euskadi y que necesita oportunidades, que queremos que puedan vivir, formarse y trabajar aquí en Euskadi, sin despacharles a un exilio forzoso, que afronte con garantías los retos de un mundo laboral cada vez más exigente, competitivo y abierto.

Y no podremos contar con ellos y ellas si no están suficientemente formados en todos los ámbitos, y si no tienen plena capacidad de expresión en castellano, en euskera y en inglés. Necesitamos que esos chavales, cuando terminen sus estudios, sea en FP o en la Universidad, apliquen todo ese conocimiento y esas competencias en el desarrollo de Euskadi, en su modernización, en esa mano de obra cualificada que requieren nuestras empresas para competir aquí y en el mundo. Y el que se quede rezagado en cualquiera de las cosas (conocimientos, competencias y capacidad lingüística en los tres idiomas) será en el futuro carne de exclusión.

Si este Gobierno tuviera esa convicción, no iría al Parlamento a pasar el trance de relatar datos. El Gobierno, como primer conocedor de los mismos, acudiría con una propuesta para cambiar la tendencia. Porque las pruebas diagnósticas no están para tomar nota, están para tomar decisiones. El Gobierno no puede ser un mero comentarista. Y este Gobierno no tiene convicción, no cree que nos estamos jugando todo cuando los indicadores son tan malos.

A mí más que un análisis de cada dato, de cada asignatura, de cada idioma en el que, con mayor o menor incidencia, pero siempre se baja o, como de forma autocomplaciente diría la consejera, “no tienen la evolución positiva deseable”, lo que me asusta es esa pasividad que sigue al lamento. Lo que me asusta es que la Comunidad que presume en todos los rankings de ser la que más gasta en el sistema educativo, pierda calidad a raudales y, sobre todo, pierdan los niños y niñas por la desidia de su Ejecutivo

Porque más allá de una u otra materia, y más allá de la necesaria revisión de nuestros modelos lingüísticos y la adaptación que requieren a las zonas según sus áreas, y más allá de la falta de impulso a la enseñanza en inglés, hay un dato que también se desprende de esta evaluación: que quienes están en mejor situación socioeconómica sacan mejores resultados. Y se me ocurre pensar que quienes están en mejor situación socioeconómica son chavales que suelen tener mejores condiciones de estudio en sus casas y mayores posibilidades de reforzar la escuela con clases complementarias que sus padres y madres puedan pagar. Y se me ocurre recordar otro dato significativo conocido en los últimos tiempos, el grado de “guetización” de determinados centros públicos, sobre todo en Vitoria, las dificultades de integración, la necesidad de cambiar los criterios actuales de renta para aceptar alumnos porque al final los de menos recursos están en unos sitios y los de más en otros…..

Los socialistas llevamos al Parlamento una propuesta para un plan estratégico de la escuela pública. El PNV se opuso, después de que su consejera hubiese empezado negando que hubiese problemas y que luego admitiera que determinadas exclusiones era un asunto no baladí. Cuatro días después la consejera trajo estos datos y tampoco ofreció ninguna propuesta de mejora. Esto es lo preocupante. Yo desde luego estoy profundamente preocupada. Lo estoy como responsable política y como madre. Y me escandaliza que este informe pase al archivo de los fracasos de un Gobierno que sólo piensa pasar página de una gestión que también tiene una evaluación diagnóstica: suspenso.

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