La solución era el pacto

La solución era el pacto

Hace año y medio el Concierto Económico se movió en aguas turbulentas. Las apreturas presupuestarias en toda España llevaron a algunos responsables políticos, en vez de dirigir sus esfuerzos a un buen acuerdo de financiación solidaria, a girar la cabeza hacia aquellos a los que las cosas les iban también mal, pero con menor intensidad que en otras Comunidades. Miraron hacia Euskadi. Y nos volvieron a señalar con el dedo del agravio. Los socialistas vascos nos rebelamos porque la incapacidad de acuerdo político en otros lugares cuestionara uno de los baluartes del acuerdo político y social en nuestra tierra, que ha sobrevivido a todo menos a la dictadura.

Año y medio después, las aguas turbulentas siguen surcando aquellas Comunidades donde sus dirigentes son incapaces de encontrar soluciones desde el acuerdo, y en Euskadi una vez más no sólo hemos blindado los pactos más importantes que nos han legado quienes nos precedieron, sino que hemos iniciado una nueva vía de diálogo que nos proyecta al futuro como sociedad, con la fórmula que nos ha aportado las mayores etapas de bienestar y progreso: la de la solidaridad, la cohesión social, el acuerdo entre diferentes desde el reconocimiento al diferente, el de la responsabilidad. La fórmula del Concierto, la del primer Gobierno de Euskadi, la del Estatuto de Gernika.

Hace año y medio escribí en un que no podíamos quedarnos en la mera queja por lo injusto de los ataques, y que debíamos asumir una responsabilidad propia: la de implicar a la sociedad y explicar en todas las instancias las peculiaridades de un sistema de financiación que es justo, legal y solidario y, sobre todo, fruto de un pacto consolidado entre vascos y vascas diferentes y entre nosotros y el conjunto de España. “Frente a sospechas, transparencia. Frente a los agravios, explicaciones. Frente a criterios equivocados, aclaraciones. Y frente al cuestionamiento de los acuerdos que los vascos alcanzamos desde el consenso y la legalidad, los que refrendamos hace 36 años, respuestas institucionales y compartidas. Ahí vamos a estar los socialistas, ahí queremos sumar a quienes compartan la misma idea de responsabilidad y solidaridad concertadas”.

Y aquí estamos, celebrando que haya una comunidad cívica, ajena a cualquier tipo de intervención de los partidos, que suma ya 2.000 agentes activos empeñados desde hace meses en difundir que el Concierto es algo más que una Ley. Que es algo más que una figura singular que idearon los vascos hace 139 años para implicarse en el proyecto conjunto de España. Que es algo más que un elemento decorativo. Que es sobre todo pacto y responsabilidad. Y que sobre ese pacto y esa responsabilidad se convierte en un instrumento al servicio de los ciudadanos.

Sí. El pacto fue la solución. El pacto del Concierto fue la solución para los vascos en 1878 después de que, tras las Guerras Carlistas, se abolieran los fueros y se acordara una forma nueva para que las Diputaciones se siguieran encargando de la búsqueda de recursos propios. El pacto fue la solución cuando los golpistas del 36 se levantaron contra el régimen legítimo de España y los vascos quisieron contar con un Gobierno propio que les siguiera protegiendo en sus necesidades básicas. El pacto fue la solución cuando la Constitución amparó los derechos históricos y el Estatuto recuperó la fórmula del Concierto. El pacto fue la solución cuando se negoció la Ley que daba forma a ese Concierto, aun en plena crisis política que llevó a la dimisión del entonces presidente del Gobierno y en medio del padecimiento y salida de un golpe de Estado que pretendía laminar éste y cualquier otro pacto, derecho y libertad. La solución era el pacto, y lo seguirá siendo. Lo debe ser para quienes están enredados en la antipolítica del todo o nada, de quienes sólo encuentran en el exterior razones para explicar sus males internos, para quienes buscan respuestas sencillas a problemas complejos.

El Concierto tiene muchas lecturas. Al margen de las simplistas que, desde la ignorancia o desde la intencionalidad política, pretenden cuestionarlo, también se le dan distintas visiones entre quienes lo defienden. Hay quienes prefieren detenerse en su carácter histórico, e incluso le infunden un tono casi de derecho milenario de los vascos. Hay quienes prefieren quedarse en su visión más técnica. Los socialistas le concedemos sobre todo un valor netamente político. Porque la política es sobre todo diálogo, negociación y pacto para buscar soluciones a los problemas del día a día. Y los vascos y vascas hemos decidido que queremos asumir la responsabilidad de organizar nuestros servicios públicos y nuestros derechos sociales, pero también que queremos asumir la responsabilidad de obtener los recursos que hagan posibles esos servicios y derechos desde criterios de justicia social y solidaridad. Solidaridad entre nosotros, entre ciudadanos y entre territorios, y solidaridad con el resto de España, la que ajustamos a través del Cupo. Toda esta arquitectura, la que nos ofrece la Constitución, el Estatuto y el Concierto que desarrolla las dos anteriores, es la que ha hecho posible Osakidetza, Lanbide, la Ertzaintza, la RGI, la educación pública vasca, los programas de investigación e innovación industrial.

Es verdad que en este edificio aparecen grietas por el paso del tiempo, por desgaste de materiales, por nuevas oportunidades que se presentan para ganar en eficiencia a la hora de gestionar las energías. Y cuando esto ocurre, hay que revisar las estructuras, pero sin tocar los cimientos. Estamos en un momento político de análisis y evaluación. Y en esa reflexión de todo lo que nos ha traído hasta aquí conviene recordar una vez más que la solución fue el pacto, y que el futuro de Euskadi sólo será posible sobre pacto. Entre vascos y vascas, entre territorios y con el resto de España. Es lo que hace que el Concierto siga vigente 139 años después: que nos ofrece instrumentos para ese ejercicio de solidaridad y convivencia. Y el PSE-EE siempre estará en esos espacios abiertos al acuerdo, porque ahí encontraremos las soluciones.

(Artículo publicado en El Correo y El Diario Vasco el 28 de febrero de 2017)

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