El riesgo de mentir

El riesgo de mentir

El riesgo de mentir es que se rompa Europa. No hay que explicar hoy a qué me refiero. El riesgo de mentir está en que el dirigente de un partido intente salvar una campaña electoral prometiendo un referéndum en el que no creía. El riesgo de mentir es que quienes verdaderamente querían quebrar medio siglo de reconstrucción de un continente lo estén consiguiendo. Y es imposible entender la inmensa irresponsabilidad de quien, como David Cameron, haya asomado a la incertidumbre a un país de países en el que viven 500 millones de personas sólo porque él tenía un problema de liderazgo interno en su partido. La libre decisión adoptada por los británicos afecta a todos esos millones de personas que nada hemos podido decidir.

Quienes tenemos una convicción clara en favor de una comunidad europea de ciudadanos libres e iguales, quienes tenemos la convicción clara de que esa comunidad estaba en fase de construcción, quienes tenemos la convicción clara de que cada incorporación de un Estado a ese proyecto común sobre bases de solidaridad y derechos humanos era un paso más en beneficio de todos, estábamos viendo con preocupación cómo los intereses cortoplacistas, las estrategias teñidas de tacticismo diciendo a los ciudadanos lo que quieren oír y ocultándoles la verdad, estaban empezando a apoderarse de espacios de gobierno en países que se han incorporado tarde a ese proyecto común.

Tal era la preocupación que hace apenas un mes los europeístas convencidos celebrábamos que el miembro de un partido que no fuera el nuestro impidiera que la extrema derecha populista y excluyente comenzara a conquistar terreno de poder en el mismo corazón del continente. Y cuando pensábamos que aquellas elecciones austriacas podían servir de vacuna para desenmascarar a quienes vociferan soluciones simples a problemas complejos asistimos atónitos a cómo el veneno del populismo se había extendido en el cuerpo del líder de uno de los países que primero quiso sumarse al proyecto europeo.

Hoy, con el Brexit, ha triunfado el nacionalismo y ha perdido Europa. Hoy han triunfado quienes proponen consultas de respuestas simples para abordar problemas complicados, y los problemas de todos, de los británicos y del resto, son aún mayores. Hoy han triunfado quienes han señalado al diferente, al que viene de fuera, al que pide asilo, al que decide en Bruselas, mientras miles de voluntarios europeos asisten como pueden a quienes buscan un lugar en el que vivir. Hoy ha triunfado la exclusión y la insolidaridad, y han perdido los excluidos y los que requieren solidaridad. Hoy han triunfado quienes dicen que el resultado es una victoria frente al capitalismo, pero quienes han perdido salario son los trabajadores que cobran en libras.

Me pregunto si la respuesta hubiese sido otra si el proceso hubiese sido al revés. Ahora se abre un periodo de negociación de dos años entre quien se quiere ir y el sitio del que quiere salir. En ese proceso habrá de cerrarse esta ruptura. Y el proceso debería haber sido al revés. Que el líder de un país grande que tiene problemas internos hubiese abierto antes una mesa de negociación con Bruselas y su resultado, el acuerdo, se hubiese sometido a consulta. Ésa es la forma de preguntar, sabiendo todas las consecuencias.

Pero ya está hecho. La mayoría de británicos han votado un proyecto que es exactamente el contrario a lo que defiende el partido en el que milito, la razón por la que milito. La mayoría de los británicos ha prescindido de las razones morales, de los principios, los que Gordon Brown resumió de forma tan clara hace unos días desde las ruinas de la catedral de la ciudad de Coventry, bombardeada por la aviación nazi en 1940 “y ahora afectuosa y minuciosamente mantenida como un monumento a las guerras, y lo que hemos dejado atrás, un santuario a la paz”. Un Brown que huyó del discurso del miedo para abrazarse al de la generosidad, que huyó del aplauso fácil para intentar convencer que, como ya está escrito, es como se vence en democracia.

“Pensemos que durante 1.000 años o más, las naciones de Europa han estado en guerra las unas contra las otras, matando y mutilándose las unas a las otras. En cada siglo, salvo en este, las naciones de Europa compitieron por la supremacía. En cada generación, salvo en las actuales, nuestros pueblos murieron. Y ahora una Europa en paz. Una Europa donde las decisiones se toman a través del diálogo, las discusiones y los debates. Una Europa donde la única batalla es la batalla de las ideas. Una Europa donde luchamos con argumentos, no armamentos. Una Europa en paz gracias a lo que el Reino Unido hizo para establecer la libertad por todo el continente”, dice Brown.

Y yo hoy reivindico ese mensaje. Lo reivindico como el espacio en el que los distintos nos encontramos. El lugar donde los problemas y las diferencias se resuelven hablando, negociando y pactando. Ese amplio lugar europeo donde la política responsable prescinde de la mentira, afronta las realidades y las resuelve desde el concierto común. Ese espacio de valores y principios, que no se pueden tirar por un sumidero por aspiraciones de un partido, de un dirigente. Ese lugar donde la relación con Europa no se resuelve con un sí o un no, porque eso resuelve una contienda electoral, pero no los problemas reales. Supimos hace un año que la libre decisión adoptada por los griegos no les resolvió sus problemas. La libre decisión de los británicos tampoco, y agrava los de millones de ciudadanos. Esos son los riesgos de mentir. Que las mentiras que unos cuantos compran otros muchos las padecen.

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2 thoughts on “El riesgo de mentir
arinnegro

Magnifico el articulo Idoia.Las irresponsabilidades de unos las pagan todos.

luismari

Europa se construye en paz después de muchas generaciones.

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