Del oasis a la galerna

Del oasis a la galerna

Salvo para los pocos que habitan en el oasis, en Euskadi sabemos mucho de galernas. Este viernes se recuerda, especialmente en Bermeo, la tragedia de hace 104 años. Y cuando cambia el viento de forma repentina, en nuestros puertos se mira hacia el noroeste, a la izquierda, se levanta la vista más allá de lo que dan de sí las remansadas aguas de un oasis a la sombra de unas palmeras. El oasis vasco es el reclamo de quien ha convocado elecciones para el 25 de septiembre. Y desde la regla que pretende mantener como verdad suprema, proclama que el futuro del vergel depende de que ellos estén al frente. Y sepultan bajo la arena que les rodea que decenas de miles de vascos siguen sin oportunidades para el empleo, miles de familias necesitan de la solidaridad para poder subsistir, miles de jóvenes emigran a buscarse cualquier cosa, miles de mujeres ven cómo se agranda la desigualdad salarial con sus compañeros de trabajo.

De evitar que esa desigualdad haya sido mayor nos hemos ocupado los Socialistas en esta última legislatura. No nos hemos ocupado de que el PNV recupere poder institucional. Nos hemos ocupado de que el PNV no utilice su poder institucional para hacer lo que pretendía: recortar las políticas sociales y de empleo. Nos hemos ocupado de que el PNV no se perdiera en el limbo habitual de los nacionalismos, en las patrias y las banderas, y que la política vasca se centrara en lo que los vascos y las vascas nos reclaman a los políticos. Así ha sido desde la oposición en el Parlamento, y en Diputaciones y Ayuntamientos cuando hemos asumido también responsabilidades directas de Gobierno.

Pero parece que el PNV no ha entendido nada. Intenta hacer creer que esos acuerdos, desde la oposición o los gobiernos forales o municipales, les otorga patente de corso para lo que pase después del 25 de septiembre. Parece que no ha entendido que los socialistas no somos el comodín de la llamada. Que los socialistas estamos en otras cosas: atajar las urgencias y sacudir las políticas, transformarlas, adaptarlas al siglo XXI. Los Socialistas Vascos no salvamos la cara al PNV, condicionamos las políticas para que sean útiles a los ciudadanos. Y menos aún los socialistas vascos estamos para pactar políticas concretas del día a día mientras el PNV se entretiene con sus primos-hermanos nacionalistas (o asimilados) con debates tan aburridos como estériles sobre el derecho a independizarse y las consultas euskalexit.

Así que en medio de la engañifa que se ve favorecida por el sopor estival, esa que provoca espejismos que algunos ven como oasis, será bueno recordar lo esencial. Todos sabemos que habrá que pactar. Ha sido así siempre, y no habrá novedad aunque se incorporen partidos que se presentan como novedosos y que a muchos ya les suenan a antiguos. Otros se incorporaron antes. La pregunta es si vamos a volver a los pactos de la primera década de este siglo, la de los nacionalistas en favor del proyecto q lideró Ibarretxe, o a los pactos que se han hecho en favor de la sanidad y la educación pública, la protección social, la puesta del autogobierno al servicio de los ciudadanos, y que siempre, siempre, fueron transversales. Ante esa pregunta, los Socialistas tenemos ya la respuesta clara: apostamos por pactos como los del 36 y los del 79, los que hicimos entre distintos convencidos de que juntos y diferentes podíamos construir lo mejor y transformar Euskadi. Y no estaremos en los pactos sectarios que se parezcan a los del 98 o los de 2004, ni en los que busquen una geometría variable, gestión con unos y construcción nacional con otros. Ésa es nuestra posición. Los demás, que se definan.

Claro que los del oasis guardan otros argumentos, y dicen que no ven ventajas a que el PSE-EE pacte con nadie que no sean ellos. Otra verdad indiscutible: los que dirigen el PNV, en general, no ven ninguna ventaja en nada donde no estén ellos. Yo, sin embargo, veo muchas ventajas a los acuerdos que hicieron posible el fin de ETA, el derecho a la vivienda, la sanidad pública, la educación pública, la normalización del euskera, la creación de la Ertzaintza. Y en todos hemos estado los socialistas. En algunos no ha estado el PNV, en otros no ha estado la izquierda abertzale, en otros se ausentó el PP… Pero en todo lo mejor para los vascos siempre, siempre, estábamos nosotros, y en todo lo que sea mejor para el futuro de los vascos vamos a tener que estar nosotros. Seguro. Lo demás, fuegos de artificio, ahora que estamos en racha festiva en el oasis.

Así que éste es el plan. Los socialistas no pensamos en con quién habrá que pactar, sino sobre qué tendremos que pactar: derechos sociales, servicios públicos, estrategias de empleo a medio plazo, transformación de nuestro tejido productivo, construcción de una convivencia en la que todos admitamos que matar estuvo siempre mal y reforma del autogobierno dentro de la legalidad para hacerlo más útil a los ciudadanos. Los socialistas no estamos en el vergel, estamos en la calle. Los socialistas miramos al horizonte, no al palmeral que dé buena sombra. Los socialistas no estamos atados a nadie, necesitamos las manos libres por si asoma la galerna incluso en medio del oasis y lo único que importa es dar buen refugio a los ciudadanos frente a temerarios o a quienes se quedan paralizados cuando el viento empieza a virar.

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