Euskadi, suma de diferentes

Euskadi, suma de diferentes

Al portavoz del PNV en el Parlamento le gusta sacar a relucir en los debates sobre asuntos nacionalistas documentación de los partidos a los que pertenecemos los demás. Se airea parte de los archivos, se oculta otra. Un clásico es recordar que los socialistas celebramos el Aberri Eguna en el 78. Y yo lo sé bien. Estaba allí. No era militante del Partido Socialista. Era una niña. Pero acudí con mi familia. Como decenas de miles de vascos en las tres capitales vascas y la navarra. Era el primer Aberri en la legalidad desde el 36, empezábamos a trabajar la democracia, y un socialista, Ramón Rubial, se había convertido en el primer lehendakari elegido tras la dictadura.

Y el lema también lo recuerdo: “Autodeterminación en la Constitución. Aberri Eguna 1978. Estatuto de Autonomía Nacional”. Todos los partidos, excepto UCD y AP, se unieron bajo la misma pancarta. Era marzo de 1978. En julio, en el Congreso de los Diputados, se rechazaba una enmienda de Letamendia para que el derecho de autodeterminación se incluyera en la Constitución. Y la mayoría de los partidos que habían sostenido esa pancarta apenas cuatro meses antes votaron en contra de esa propuesta. Aunque no le guste recordarlo, aunque incluso hayan dicho otra cosa, escrito está en las actas que el PNV también se opuso. Y la gran mayoría de esos partidos recorrieron también después un camino juntos, el que llevó a la Constitución, gustara más o menos, y el que nos llevó al único pacto entre vascos que hemos refrendado hasta la fecha, el Estatuto de Gernika, un marco de autogobierno y libertad como nunca antes habíamos tenido. Eso fue en el 79. Y de aquella pancarta se pasó a la reivindicación estatutaria, porque hubo una gran mayoría de partidos y de vascos que entendieron lo grande de la conquista.

Luego llegaron los intérpretes de la historia. Los que citan la presencia en aquella manifestación de Rubial, o del entonces Secretario General de UGT para intentar crear supuestas contradicciones en los socialistas. Da igual que se explicara, como hizo el propio Nicolás Redondo Urbieta: «La autodeterminación implica diversas opciones y una de ellas puede ser la exigencia de un régimen autonómico. Esa es la opción que apoyamos nosotros. Por ello no me molestó sostener una pancarta que pedía autodeterminación”. Eso es lo que ocurrió. Y corresponderá al PNV preguntarse por qué hoy no hemos sido capaces de encontrar un día en el que nos encontremos todos. Para este año se ha propuesto una fecha, la del 80 aniversario de la jura de José Antonio Aguirre como lehendakari. Y ahí estaremos los socialistas, que fuimos orgullosos miembros de aquel gobierno posible tras un primer estatuto cuya redacción nació, por cierto, de la pluma de Indalecio Prieto. Pero no estaremos en fiestas que son rituales para celebrar el alumbramiento del nacionalismo. Y cito a Sabino Arana: “Pero el Domingo de Resurrección de 1882, ¡bendito el día en que conocí a mi patria!…”

Porque como ya he relatado en este mismo blog http://www.idoiamendia.com/por-un-diaque-nos-una-a-todos/, siempre estaré agradecida a quienes en la ikastola me enseñaron la historia de este país, y que también tuviera la oportunidad de leer al fundador del nacionalismo. Como después tuve la oportunidad de leer a otros relevantes políticos hablar sobre patrias. Al fundador de las Juventudes Socialistas, Tomás Meabe, que, en la misma época que Arana, y habiendo bebido también de fuentes nacionalistas, dejó escrito: “Mi patria empieza en mí y termina en ninguna parte”.

Y leyendo unos y otros, me quedé con esta segunda opción. Porque también tuve la gran oportunidad de elegir libremente. De acogerme al deseo de Ramón Rubial en los albores de la democracia recién recuperada, en los mismos tiempos de aquel recordado Aberri: ”La unión de todos los vascos, que las discrepancias y las posturas encontradas se solucionen, que todo aquél que vive en nuestro país, haya nacido o no haya nacido en él, se pueda encontrar protegido”.

Sé que este Día de la Patria vasca es sentido profundamente por muchos miles de vascos. Lo sé porque la patria es un espacio de sentimientos compartidos, y son muchísimos conciudadanos los que entienden ese sentimiento compartido en torno a una manera de entender Euskadi. Yo entiendo Euskadi como un espacio donde podemos compartir más, nacionalistas y no nacionalistas. Porque estoy convencida de que en este país somos aún más, nacionalistas y no nacionalistas, a los que nos emociona la dignidad de la gente que habitamos este pequeño rincón del planeta. Sé que sumamos más, nacionalistas y no nacionalistas, los que creemos que esa dignidad empieza por disponer de un techo bajo el que vivir, un empleo con el que cubrir las necesidades, una sanidad y educación de la que nadie quede excluido, una protección social para que nadie se quede tirado.

Las banderas e himnos simbolizan esa voluntad de compartir espacios y responsabilidades. La Euskadi a la que aspiramos es aquella donde nos acoja a todos y todas algo más que nuestra bandera y nuestro himno. Es aquella donde podamos estar todos y todas los que hemos decidido construir aquí nuestras vidas, pensemos como pensemos, que lo podamos hacer con dignidad y que podamos compartir en un mismo día ese mismo sentimiento y esa misma voluntad. Una Euskadi a mejorar, a transformar, con instrumentos de autogobierno más fuertes para ponerlos al servicio de esa dignidad ciudadana, y en donde las propuestas de fracturas se superen por proyectos de sumas.

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