Trabajo digno y con derechos para una Euskadi digna

Trabajo digno y con derechos para una Euskadi digna

En mis siete meses como secretaria general he insistido en dos ideas: que estamos en riesgo de que se consoliden las desigualdades y la precarización, y que debemos escuchar lo que nos dicen los ciudadanos. Hoy quiero volver a hacer las dos cosas: hablar de esa pérdida de derechos, y atender el testimonio directo de un ciudadano. Es público, se difundió en una revista semanal de amplia difusión en toda España, y corresponde a un vecino de Vitoria-Gasteiz que decía: “He caído en la casilla de las cincuenta horas semanales por 800 euros, en la de cuatro horas aseguradas al día trabajando ocho y cobrando por debajo del llamado sueldo digno. He saltado de entrevista en entrevista y, a pesar de aceptar las nuevas reglas del juego, no he conseguido ganar ninguna partida todavía. Estoy verdaderamente desilusionado, confundido y muy enfadado con este nuevo tablero; todo lo que luchamos para mejorarlo lo han destruido con la excusa de que vivimos por encima de nuestras posibilidades”.

La desesperanza de este gasteiztarra es la misma que me transmiten muchas de las personas con las que me vengo reuniendo los últimos meses. Es la misma que me trasladan las organizaciones sociales que atienden a estas personas que peor lo están pasando. Es la misma desesperanza que percibí en esas trabajadoras del comercio de Álava que me contaban hace unas fechas que tienen contratos de seis horas a la semana pero distribuidas a demanda de su empleador que en cualquier momento les puede cambiar el día o el turno de trabajo, lo que les impide completar esa miseria de salario con otro empleo, o formarse, o planificar la atención a sus familias.

Son ejemplos que, sumados, nos muestran la otra cara de unos datos económicos y sociales que los Gobiernos de Rajoy y Urkullu no quieren reconocer, pero que nos muestran con crudeza que en Euskadi vivimos una realidad social muy alejada del “oasis vasco” que algunos quieren presentarnos.

En Euskadi hay 171.405 vascos y vascas desempleadas que siguen acudiendo a Lanbide en busca de una oportunidad laboral, 510 más que en el mes pasado. Casi 80.000 personas llevan más de dos años sin trabajo y la tasa de paro de larga duración se ha multiplicado por diez. La población sobreocupada, que trabaja más de 45 horas semanales, se ha triplicado pero sus salarios se han reducido. La población subocupada, la que trabaja menos de 15 horas semanales, también se ha triplicado, y sus condiciones salariales son aún peores, con las mujeres como principal colectivo afectado

En Euskadi hay 66.000 familias que necesitan acudir a la renta de garantía de ingresos, mil más que hace un año. Las organizaciones sociales nos advierten que 300.000 personas están en riesgo de pobreza. Y se ha duplicado el número de adultos que viven en hogares donde ninguno de sus miembros trabaja, y en el caso de las mujeres, esa cifra se ha triplicado.

Por eso cuando el lehendakari se apunta al discurso triunfalista de Rajoy, pienso en todas esas personas; pienso en toda esa gente que no encuentra razones para sonreír y que cada día ve con más desesperanza su futuro.

Como le dije recientemente a Urkullu desde la tribuna del Parlamento, los socialistas creemos que sólo un empleo que garantice un salario digno puede hacer ciudadanos libres. Y hoy hay cada vez menos ciudadanos libres, porque son menos quienes disponen de un salario digno que cubra sus necesidades básicas

Si tener trabajo ya no es garantía suficiente para vivir con dignidad, debemos revisar todo. Porque tenemos instrumentos en nuestras manos para decidir hacia dónde queremos llevar a esta sociedad. Y creemos que hay que utilizarlos en recuperar a las personas, a las familias.

Los vascos y las vascas tienen derecho a un empleo y un sueldo que les permita vivir con dignidad. Lo contrario es condenar a una parte de esta sociedad a la pobreza estructural que creíamos desterrada. Porque con salarios indignos condenamos a esos trabajadores a depender de las ayudas sociales. Con salarios indignos se limitan sus derechos a una prestación por desempleo suficiente si pierden su trabajo. Con salarios indignos y bajas cotizaciones se les condiciona su pensión futura, pero se pone en riesgo también el sistema público de pensiones.

Por eso urgimos al Gobierno a recuperar el diálogo con los agentes sociales para fortalecer la negociación colectiva y mejorar las condiciones laborales de trabajadores y trabajadoras. Le urgimos a invertir en cohesión social y revisar el modelo de prestaciones sociales para atender aquellas situaciones que ahora están fuera del sistema. Le urgimos a reformar Lanbide para convertirlo en un instrumento útil para la formación y la inserción laboral de los parados. Le urgimos a acompañar a los autónomos, a los emprendedores, a esos que hoy todavía no se atreven a ampliar sus iniciativas empresariales o no se atreven a contratar nuevos trabajadores. Le urgimos a impulsar alternativas a los jóvenes, en vez de invitarles a aguantarse. Le urgimos a potenciar el papel de la industria y apostar por aquellos factores que a medio plazo hagan más competitivo nuestro modelo productivo y favorezcan empleos de calidad: la investigación, la innovación, las tecnologías de la información …..todo aquello que da valor añadido a nuestra economía pero también empleo de calidad, aunque el lehendakari me dijera en el Parlamento que no entiende qué tiene que ver la innovación con el empleo.

Porque no me voy a conformar con décimas de recuperación económica si no va acompañada de una recuperación social de las personas. No voy a resignarme a que la pobreza laboral sea crónica, porque lo que está en juego es la base misma de la democracia y de la libertad, porque a ellas solo se accede desde la dignidad de todos los individuos que conforman una sociedad.

Por eso, en este día de la salud laboral, ese derecho que también ha sido laminado, en puertas del primero de mayo, frente a sonrisas conformistas, los socialistas llevamos a la calle y a las instituciones la realidad: la de los trabajadores, las de las familias que lo pasan mal, la de la incertidumbre por el futuro de nuestros hijos. Denunciamos la pérdida de derechos sociales y laborales, y reafirmamos nuestro compromiso: vamos a reconstruir una sociedad de ciudadanos libres y con derechos, donde el trabajo sea digno y los salarios suficientes para atender las necesidades vitales. De esa dignidad de cada uno y de cada una depende la dignidad futura de Euskadi

 

 

 

One thought on “Trabajo digno y con derechos para una Euskadi digna
marí carmen

No se en que país vive Rajoy será en el de Alicia y las mil maravillas,la realidad es otra la pobreza infantil crece son muchas las familias que no pueden alimentar convenientemente a sus hijos ni cubrir sus necesidades básicas esto ya no es un problema es UNA TRAJEDIA

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Pregúntame lo que quieras…

Idoia, en la red

                         

Archivos