Acto homenaje a la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi

X Aniversario del monumento «aterpe 1936»

Homenaje en Matxitxako

Larga primavera

Larga primavera

…inor ez zapaltzeko gogoa,
zapalduak ez izatekoa,
hau da gure urguilua
altxor guztien iturria.

Oskorri cuenta una historia de las que llenan de magia el entorno de Gaztelugatxe. Ese rincón del mundo que esconde leyendas y tragedias. Ese paisaje sereno que ofrece el balcón de Matxitxako, al que me asomaré un año más para acompañar el recuerdo a quienes allí, en la mar, se entregaron a la defensa de la democracia y la libertad. A quienes en aquella batalla dieron comienzo en la larga primavera del 37 al relato trágico que simboliza la resistencia de civiles distintos que defendieron hasta el límite de sus fuerzas, con sus vidas, la República elegida por los ciudadanos. El relato del sufrimiento de miles de familias bombardeadas en Durango y Gernika esa misma dura primavera. El relato de las familias exiliadas, las refugiadas durante años como consecuencia de tanta crueldad.

Civiles distintos. Civiles que desde su diferente manera de entender Euskadi o España, sabían que había algo que les unía por encima de todo: la lucha por la libertad. Esto es lo que me contaban los milicianos que tanto me enseñaron cuando decidí que el PSE-EE era mi casa. Cómo los partidos, los sindicatos, las organizaciones leales a la República reclutaron entre los ciudadanos que compartían el mismo espíritu, el que también había hecho posible el primer Gobierno de Euskadi: el de la causa de la democracia, la libertad y la justicia como nexo entre nacionalistas y republicanos, entre socialistas y anarquistas. Los que compartieron los bous y la tragedia.

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Fuego en el aire

Fuego en el aire

Ninguna persona ha nacido preparada para las despedidas. Al menos, yo no lo estoy.

Las tragedias familiares me provocan honda desazón (a quién no), la ceguera terrorista ha salpicado mi existencia de dramas innecesarios y abril siempre me lleva a reflexionar sobre el (sin)sentido de la guerra.

Acudo estos días a Elgeta, a Gernika, a Durango, a poblaciones que en 1937 fueron devastadas y, aunque el silbido de los proyectiles ya es inaudible, como el motor de unos aviones que sembraron de muerte y fuego nuestra tierra, como el tañido de las campanas en desesperada señal de alarma, las imágenes permanecen.

Aunque nuestros mecanismos de defensa nos empujen a querer olvidar, pasar página, resulta imposible borrar el recuerdo de tantas víctimas. Hace 75 años (casi 76 en el caso de Ochandiano) nuestras calles y nuestros espléndidos montes, en blanco y negro en la retina de nuestra memoria, se llenaron de escombros,de explosiones, de llamaradas, de siniestras polvaredas y humaredas, de llanto, de dolor, de gente inocente corriendo asustada, impotente. Impresiona escuchar a los supervivientes.

No lo olvidamos. Es terca la memoria. Terca y necesaria. Que ningún desalmado nos robe el mes de abril. Ni ningún otro.

Pregúntame lo que quieras…

Idoia, en la red

                         

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