Otra noción de patria

Otra noción de patria

Tomo prestado el título a Mario Benedetti del poema con el que explicó su reflexión para reencontrarse con el país que había, no con el que creía que seguía. Lo hago en un día en el que muchos vascos y vascas se reivindican reconociéndose en una patria a la que aspiran, pero en la que no cabríamos todos. Y lo hago para recordar que la Euskadi que tenemos en 2018 no es la verdad revelada en un Domingo de Resurrección de 1882. Es la que se construyó después, cuando hemos sabido encontrarnos las diferentes formas que tenemos de sentir el país.

Esas diferentes formas de sentir el país hemos sido capaces de compartir espacios conjuntos de progreso y cohesión como ya he recordado entes en este blog (http://www.idoiamendia.com/euskadi-suma-de-diferentes). Son las que nos reconocemos en las causas que en estos meses movilizan a decenas de miles de personas en nuestras calles. Las causas de los trabajadores que defienden sus derechos, sus empleos y la productividad de sus empresas. Las causas de las mujeres que quieren dejar atrás el paternalismo y ocupar el lugar que merecen en la construcción política, social y económica del país. Las causas de las personas pensionistas que quieren un sistema público que garantice, hoy y a las próximas generaciones, una suficiencia de ingresos para atender sus necesidades vitales.

En esas causas, en esas movilizaciones, en las iniciativas políticas que las atienden, es donde nos encontramos sin que a nadie se le pregunte por su identidad. Y esas causas son las que queremos que se proyecten en el futuro de Euskadi. Las que nos empeñamos en que queden reflejadas en el nuevo pacto de convivencia en el que estamos trabajando. Un compromiso vital de un abanico muy amplio y diverso de identidades y aspiraciones políticas, que constituye el núcleo sustancial del actual Estatuto, y que debe alimentar el nuevo. Un compromiso que reconozca lo construido en el pasado, que nos permite gestionar el presente y que nos empuje a diseñar el futuro.

Por eso queremos que en el mismo preámbulo del futuro Estatuto se reconozca expresamente la pluralidad de identidades y sentimientos que existen en una sociedad como la vasca, constituida como comunidad de iguales, hombre y mujeres, con garantía efectiva de los derechos de éstas y su reconocimiento como parte activa imprescindible para el progreso de la sociedad, cuestión que entre otras, y en el ejercicio de esa libertad, tiene como consecuencia la conformación de las nuevas familias que deben tener su reflejo en una nueva manera de conformar las relaciones económicas, laborales y sociales. Un proyecto social compartido que garantice los derechos que hemos conseguido extender, como el acceso a la renta de garantía o a la vivienda por parte de quienes carecen de recursos suficientes.

Es la oportunidad que tenemos para que un día podamos celebrar conjuntamente aquello a lo que vascos y vascas diferentes aspiramos, vengamos de donde vengamos, pero sabiendo también el camino recorrido juntos. Los que motivan al conjunto de la ciudadanía, los que le hacen salir a las calles. Porque es también constatable que este Aberri Eguna, desde el respeto a quienes lo celebran, tiene poco de motivador y movilizador. Una realidad que deben constatar también los distintos nacionalismos que hoy convocan a la ciudadanía por separado. Es lo contrario a ese intento de hacer ver que éste es un día para todos. Y aún hay quien puede encontrar una razón que enlaza esta jornada con sus propios orígenes como partido. Mucho más difícil es entender que otros nacionalismos surgidos con posterioridad conmemoren ese “bendito día” en que Sabino Arana descubrió la patria, según sus propias palabras.

Han pasado muchas cosas desde entonces. Hemos pasado muchas cosas. Hemos construido un país con las mayores cotas de progreso y cohesión que se han conocido en estas tierras hasta ahora. Hemos logrado que por primera vez todos vivamos en libertad y nos podamos entender. Y, como también dejó escrito Benedetti, “el futuro no se hace sólo con los guardianes del pasado, también con los fundadores del presente”. Es nuestra forma, otra forma, de entender este país. El que vivimos, no el que creemos que vivimos.

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