Convivencia capital

Convivencia capital

Donostia toma con garra la bandera de la convivencia con un vehículo, la cultura. Se convierte en el faro de la paz en Europa en este 2016 y llena sus espacios con las palabras “derechos humanos”, “solidaridad”, “diversidad”. Lo hace en un día en que la misma Donostia recuerda a uno de sus vecinos, de sus representantes, a Gregorio Ordóñez, víctima de quienes tantos años negaron a los vascos la paz, la convivencia, la pluralidad. Este 23 de enero es un símbolo de cómo una sociedad dobla el pulso a quienes quisieron imponer una forma única de entender Euskadi hasta conseguir que las diferentes formas de sentirse vasco se expandan con libertad.

Cuánto ha costado llegar hasta aquí. Cuánto trabajo técnico, participativo, el que impulsó con decisión el alcalde Odón Elorza. Cuánta confianza de este socialista en los donostiarras, en su capacidad para traspasar, durante los años preparatorios de la candidatura, la imagen con la que el terrorismo mancilló el nombre de tantas localidades vascas y transformar esa postal ensangrentada en vehículo de tolerancia. Cuánta confianza en la cultura como catalizadora de esa metamorfosis. Y cuánta resistencia a quienes pusieron en peligro ese esfuerzo con una visión reduccionista de lo que debía ser la oportunidad que nos ofrecía Europa.

Europa vio en Donostia una candidata solvente, con las ideas claras, que incluso escarbaba en su historia para hacer autocrítica: muchos años de terrorismo había anestesiado las conciencias y no siempre se mostró la firmeza necesaria para acabar con tantos focos de intolerancia. Ese enfoque de emplear la cultura como puente de convivencia gustó al jurado y hoy, 8 años después del inicio de aquella aventura, la capitalidad europea toma cuerpo.

El Alcalde de la ciudad polaca de Wroclaw -que comparte con San Sebastián esta aventura europea- inauguró hace una semana su año cultural diciendo que necesitaban abrirse, compartir su compleja y convulsa historia con el resto del mundo, aprender del pasado y, sobre todo, construir Europa con menos nacionalismo. Me cuenta el Diputado Foral de Cultura, Denis Itxaso, que recibió por ello la mayor de las ovaciones. Y yo quiero sumarme a ella. Claro que queremos mostrar a Europa lo que somos y lo que soñamos, mostrar nuestra riqueza cultural y lingüística, nuestras traiciones y nuestro patrimonio, pero soy de las que creo que también debemos aprovechar este año para abrirnos, mezclarnos, contagiarnos de otras culturas y debatir con quienes piensan diferente a nosotros.

Es un nuevo orgullo socialista. Porque esta Donostia que ahora explota en todas las formas de cultura para proyectarse con más luz en el continente lo hace gracias al esfuerzo de muchos. Sobre todo de los y las donostiarras, sí, pero también de la implicación de todas las instituciones posibles y de la colaboración con entidades privadas y de los propios agentes culturales. Y si el impulso, la idea de hacer esta apuesta, fue de un alcalde socialista, el método es el que empleamos los socialistas en todas nuestras acciones: diálogo, colaboración, compartir compromisos y centrarse en el objetivo.

El resultado es una ciudad orgullosa de su propia diversidad, donde ciudadanos y ciudadanas, en libertad, descubren al diferente y se encuentra con él sin prejuicios ni temores. Una ciudad en plenitud de espíritu europeo, cosmopolita, abierto, creativo. Una ciudad dispuesta a mostrarse como siempre debió ser, a quitarse ya las sombras que jamás se debieron proyectar, que no debe olvidar que en otra época fue de otra manera, que no debe olvidar a quienes sufrieron la intolerancia más cruel porque creían en esto que hoy celebramos todos: la convivencia libre basada en los mejores principios que deben guiar a cualquier sociedad.

Muchos amigos donostiarras, el Vicealcalde Ernesto Gasco entre ellos, me dicen que les ha costado mucho socializar el proyecto cultural, lograr que la ciudadanía comprendiese en qué consistía realmente convertir a San Sebastián en capital europea de la cultura, porque siempre ha sido un proyecto de ideas y de conceptos más que de grandes fastos. Pues bien, quizás la performance con la que hoy va a arrancar este prometedor año, «El Puente de la convivencia», sea la mejor síntesis de lo que se pretende: que las artes plásticas, las artes escénicas, el cine, la música o la literatura, sirvan para disfrutar y hacernos mejores personas, si; pero también y sobre todo como puente para pensar, para despertar conciencias, para debatir sobre la Europa que queremos, sobre las desigualdades que lastran el desarrollo humano en tantas latitudes de este planeta. Para convivir en definitiva, que como dice un lema de la capitalidad convivir no es otra cosa que «vivir con».

Que este Puente de Convivencia con el que se simboliza el principio de la capitalidad no sea efímero. Que sea el icono de lo que Donostia y Euskadi hemos conseguido ganar a pulso. Por lo mucho que nos corresponde en ese esfuerzo a los socialistas, compartimos con emoción este momento especial. Porque estamos convencidos de que esa convivencia es capital.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Pregúntame lo que quieras…

Idoia, en la red

                         

Archivos