Aquella tarde de septiembre en Lehendakatitza se entregaba el premio Vasco Universal. Fue de los primeros sitios donde se conoció la noticia. Habían tiroteado a José Ramón Recalde. Se especuló con que los disparos eran mortales de necesidad, Los terroristas, que además de criminales eran ignorantes, desconocían que no habían conseguido cerrar la boca de un demócrata convencido, dispuesto a seguir en la batalla dialéctica, en la de las palabras, aunque le costara pronunciarlas, para conseguir la libertad y la igualdad de todos, incluso de quienes intentaron callarle para siempre y de quienes aplaudieron el atentado, porque para ellos también trabajó contra el franquismo, por los derechos humanos, por la libertad de expresión, por la libertad y por la igualdad de oportunidades, Resistió, construyó y sobrevivió a la dictadura franquista y a la que intento ETA.
Porque hoy que le hemos dejado de escuchar, ninguno podemos sustraernos a su biografía de resistencia. Hoy todos nos acordamos de aquella tarde de hace casi 16 años. Hoy todos hablamos de esa biografía del intelectual comprometido. Del que desafió a su torturador en la comisaría franquista, del defensor de represaliados, de sindicalistas, de trabajadores, de otros resistentes. Del primer director de Derechos Humanos que tuvo un Gobierno de Euskadi tras la muerte del dictador, por encomienda del lehendakari Ramón Rubial. Del primer consejero de Educación no nacionalista. Del primer portavoz (coportavoz, ése era el margen que había a finales de los 80) del Ejecutivo de Euskadi que no tenía carné del PNV). Del hombre que, junto a otros, no tuvo reparos en reincorporarse a construir Euskadi desde el Ejecutivo, como titular de Justicia, cuando fracasó el primer experimento de coaliciones nacionalistas para dirigir un país plural. Del hombre que quiso ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de abrir mentes con el proyecto Lagun. Del hombre al que junto a su compañera, antes de que le intentaran cerrar la boca, le quemaron los libros. Primero los guerrilleros de Cristo Rey. Después ETA y quienes le acompañaban.
Es biografía de resistencia, sí. Pero también de victoria. Porque gracias a que resistió él y a que resistieron otros muchos, la democracia venció al franquismo. Y gracias a que resistió él, y a que resistieron otros muchos, la democracia venció a ETA. Y entre resistencia y resistencia, Recalde y otros muchos, reconstruyeron la educación pública, empezando por él y siguiendo por otro ilustre arquitecto de la igualdad como Fernando Buesa, asesinado por los mismos que quisieron callar para siempre a Recalde, con apenas cinco meses de diferencia. Gracias a resistentes a una y otra dictadura, conquistamos la libertad de expresión, aquella por la que batalló José Luis López de Lacalle, silenciado para siempre apenas tres meses antes. Gracias a esos resistentes conquistamos el espacio de respeto a los Derechos Humanos y denuncia de todas sus vulneraciones, esa batalla que dio Juan Mari Jaúregui hasta que los terroristas le mataron un par de meses antes. Gracias a los resistentes de ambas dictaduras se construyó la sanidad pública, a la que puso sus cimientos otro gran ilustre como Ernest Lluch, al que ETA acabó asesinando dos meses después de que no pudiera con Recalde.
Podría hablar de mi deuda como consejera que ha tenido encomendadas tareas para mejorar la Justicia y el reconocimiento y la reparación por las vulneraciones de Derechos Humanos. Podría hablar hoy de mi gran deuda con personas como Recalde porque nos enseñaron a resistir con dignidad. Podría hablar como Secretaria General de un partido que ha contado en sus filas con personalidades de la talla intelectual y el compromiso democrático como José Ramón. Pero no me quiero quedar con la imagen del mero resistente, ni siquiera la del superviviente. Me quiero quedar con la imagen que supo transformar su resistencia personal en una victoria para todos. La de la reconquista de los servicios públicos, de las libertades y de los derechos.
Servicios, libertades y derechos incluso para quienes quisieron callarle para siempre. La victoria de José Ramón Recalde fue doble: no sólo no consiguieron matarle, es que no consiguieron callarle. Y su mayor legado es que sus resistencia no quedó en la trinchera, es una sociedad mejor de la que disfrutamos otros. Quienes quisieron matarle, quienes creían que se le podía matar, también lo disfrutan. Resistió, construyó, ganamos.
Publicado por Diario Vasco el 18 de julio de 2016
One thought on “Resistir para construir”