No hay mus

No hay mus

Cataluña hoy está igual que ayer, pero más fracturada. Las elecciones no han arreglado los graves problemas que sufren los catalanes: los sociales, los de corrupción y los de encaje territorial. Y quienes han salido elegidos deben encargarse de las tres cosas, y de eliminar los exabruptos de esta campaña. Como dije el otro día en el Pleno de Política general, esto no es una partida de mus, porque los órdagos en política se juegan con los ciudadanos, con sus derechos, con su prosperidad, con la convivencia de las sociedades a la que pertenecen.

Miquel Iceta ha hecho una gran campaña. Ha señalado con el dedo lo que es decisivo para los catalanes. Se ha empeñado en dejar claro que los retos eran la lucha contra el paro, la defensa del Estado de Bienestar, acabar con la corrupción y buscar un nuevo acuerdo con el resto de España. Por este orden. Y por este orden tendrá que ser. De eso se van a tener que ocupar los nuevos diputados. Pero ninguno de los cuatro asuntos podrá ser eludido. Tendrán que entenderlo quienes han ganado pero carecen de un programa cohesionado y de legitimidad para emprender otras aventuras.

Porque en Cataluña, como en Euskadi, sólo los socialistas hemos propuesto un camino de solución. En Madrid, en Barcelona y en Vitoria. Los socialistas catalanes, como los socialistas vascos, tenemos un compromiso para reformar nuestros respectivos autogobiernos para reforzar derechos y servicios públicos, con respeto a nuestras singularidades y en colaboración con el resto de España. El PSOE oficializó ese compromiso en la Declaración de Granada y el secretario general lo ha reiterado cada vez que ha tenido ocasión.

Y ese camino tendrá una meta en una votación en la que puedan participar todos los ciudadanos, claro. Pero lo que se lleve a las urnas debe ser una propuesta de acuerdo, no de desacuerdos ni de fracturas ni de rupturas.

Para hacerlo son necesarios políticos con altura y visión de país, que solucionen los problemas y no arrojen sus diferencias sobre los ciudadanos que les han elegido. Eso que ha faltado en Cataluña, lo que tanto hemos echado en falta en esta campaña. Y los responsables de tanto ruido y amenaza tienen nombres: Rajoy y Mas. Dos estandartes de recortes sociales, dos huidizos de los problemas de corrupción. Ambos se han envuelto en banderas para distraer a los catalanes de las políticas que los socialistas queremos cambiar.

Esos recortes, esa corrupción no los arreglan la independencia ni la indisoluble unidad de la nación española. Se arreglan con propuestas para regenerar el país, recuperar derechos sociales perdidos y buscar el acuerdo para que los catalanes sigan sintiéndose cómodos en el proyecto común de España y Europa. Los nacionalistas siempre mostrarán incomodidad, porque sus fines últimos son otros, pero deberán entender que los fines últimos de una parte muy respetable no pueden tomarse por el todo y, desde luego, no pueden saltarse las normas. Se pueden cambiar, pero no saltar.

Yo quiero para Cataluña lo que quiero para Euskadi. Reivindico la política, el acuerdo, el consenso, la pluralidad y la convivencia. Y huyo de que las banderas oculten los problemas reales de los ciudadanos. Ya lo advertíamos en Euskadi en un pasado reciente. Y ya escarmentamos todos, también los nacionalistas, de aquellos planes rupturistas que sólo generaron frustración. Los socialistas vascos queremos un proyecto compartido con Cataluña y el resto de los pueblos de España que reconozca nuestra pluralidad. La fórmula podemos encontrarla. Pero no queremos que el Parlamento vasco se arrastre a ese lugar de división.

Los socialistas estamos comprometidos con el autogobierno. Aquí, en Cataluña y en el resto de España. Antes, ahora y después. Hemos estado en todos los avances de autogobierno. Y si en Euskadi hay acuerdo y se siguen vías legales, como en el pasado, estaremos en el futuro. Sin descartes, como algunos que cuentan escaños y votos en Cataluña. Nadie sobra. No hay mus. No caemos en el juego.

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